¿Quién no ha echado un pulso
alguna vez en su vida? Incluso los antiguos egipcios lo hacían hace ya
más de 3.000 años convirtiendo a la lucha de brazos, ese es el nombre
técnico de esta remota práctica, en uno de los deportes más antiguos. En
la actualidad, los pulsos parecían recluidos a los bares de camioneros,
pero nada más lejos de la realidad. Existe una Federación
Internacional, se organizan competiciones por todo el mundo e, incluso,
se televisan en algunos países. Eso sí, ya no basta con tener un brazo
fuerte para ser un gran campeón.
"La
clave está en los dedos y en la mano porque te permiten doblar la
muñeca del rival. El brazo también tiene que acompañar, pero una mano dominante es fundamental", explica el madrileño Juan Pedro de la Torre, actual subcampeón del mundo. El bíceps de hierro tampoco asegura el éxito:
"No basta con trabajar ese músculo. En un combate también influyen los
dorsales, el hombro, los pectorales... tenemos que estar en forma y
entrenamos todos los músculos del cuerpo".
Otra
cualidad indispensable es la rapidez porque la mayoría de peleas de
brazos se deciden en cuestión de segundos:"La salida es lo más
importante. Si eres rápido y tomas la iniciativa tienes el 60% del
combate ganado porque en un pulso es muy difícil remontar. El primer
impacto suele ser decisivo". Esa tensión por golpear primero provoca
muchas salidas en falso: "Antes de empezar se respira tensión.
Los dos rivales solo estamos concentrados en los labios del árbitro y
en cuanto escuchamos el 'go' de su boca tiramos con fuerza en milésimas
de segundo. Si reaccionamos antes, nos pitan falta y a la segunda, nos
eliminan".
Cuando
se concentra toda la fuerza en una sola extremidad pueden producirse
lesiones y no es raro ver alguna rotura de brazo en un campeonato. "La
lesión más común es la fractura de húmero, pero no es el rival quien te
lo rompe, sino tú mismo, por cabezonería, por no haber parado a tiempo.
Cuando el combate está perdido tienes que soltar y no seguir haciendo
fuerza por encima de tus límites", asegura Juan Pedro, que ha visto
crujir algún que otro brazo: "Se escucha un crujido y el luchador se
queda blanco, algunos se desmayan, otros llegan a vomitar. Es más por la
sensación que por el dolor porque en ese momento el brazo está en
tensión y la fractura no duele".
Juan
Pedro nunca ha pasado por ese mal trago, solo se rompió un dedo en una
ocasión y eso que ha echado más de 10.000 pulsos desde que empezó a
competir en 1995 con 24 años. "Nunca me había ganado nadie en el barrio ni tampoco en la mili,
así que me apunté a un torneo que organizaron en Fuenlabrada y lo gané.
A partir de ahí empecé a dedicarme de forma intensiva. Primero fui
campeón de España, luego de Europa y ahora subcampeón mundial".
Su
sueño es que la lucha de brazos ingrese algún día en el programa
olímpico: "La Federación Internacional intentó que los pulsos fueran
deporte de exhibición en los Juegos de Londres 2012, pero no pudo ser.
Ahora está trabajando para Río 2016 y espero que lo consiga".
Conocer al rival al detalle
Juan
Pedro, de 41 años, es profesor de pilates y reside en Carranque,
localidad cercana a Madrid. En su casa se ha montado un gimnasio donde
se entrena dos horas diarias con máquinas diseñadas específicamente para
la lucha de brazos. "Muchas son importadas de Estados Unidos y cuestan
5.000 euros, pero no existen en un gimnasio normal".
Antes de un torneo analiza a sus rivales en vídeo: "Tengo cajas con
centenares de cintas de todos los competidores. Antes de luchar lo sé
todo del rival. Sé cómo tiene los dedos, los brazos, su estilo...".